Todos hemos oído hablar del esperanto, inventado por el doctor Zamenhof con la esperanza de que la humanidad pudiera entenderse mejor a través de una lengua común. Pero existen muchos más idiomas artificiales de lo que se suele pensar. Unos, como el propio esperanto, se crearon a partir de los que ya existen. Otros, en cambio, como el klingon, no poseen ningún vínculo con los de carácter natural.
Su intencionalidad también es diversa, desde una función de acercamiento entre culturas hasta un fin artístico o lúdico, caso de las que aparecen en obras literarias, películas y series de televisión. Existen también las “lenguas filosóficas”, basadas en unos valores determinados. El toki pona, diseñado por la canadiense Sonja Lang, se basa en el taoísmo y pretende ser “un yoga para la mente”.
Que sepamos, este es el primer idioma inventado. Su artífice fue una abadesa alemana del siglo XII, Hildegarda de Bingen. Lo que desconocemos es su propósito. Tal vez se trató de un lenguaje privado para la comunicación en el convento, relacionado, seguramente, con la mística.
El idioma artificial más hablado del mundo fue una iniciativa del oftalmólogo polaco L. L. Zamhenof, que partió del vocabulario de muchas lenguas naturales. Su uso ha recibido un gran empuje gracias a Internet. Por este medio emite Muzaiko, una radio con una programación en esperanto 24 horas al día.
Un sacerdote alemán, Johann Martin Schleyer, creó este idioma en 1879 con el fin de aproximar a personas de diferentes culturas. Llegó a tener cerca de cien mil hablantes, pero las disensiones internas la llevaron a su práctica desaparición. Schleyer consideraba el volapük propiedad suya y se negaba a introducir cambios.
Esta es la lengua hablada por los seres azulados de Avatar (2009). El na’vi fue creación del profesor de Lingüística Paul Frommer por encargo de James Cameron, director de la película. Aunque se trata de una lengua imaginaria, su vocabulario no para de crecer desde su aparición en pantalla. Frommer se encarga de validar las nuevas palabras que se incorporan a este idioma, sugeridas por los fans. Ya hay más de dos mil.
Lo hablan en más de una ocasión Sheldon Cooper y sus amigos en la serie Big Bang Theory porque todos ellos son trekkies fanáticos. El klingon es el idioma que inventó en 1967 el lingüista Marc Okrand para un pueblo de guerreros humanoides en Star Trek, la popular saga de ciencia ficción. De la ficción dio el salto a la realidad: se ha convertido en la lengua más hablada del mundo entre las creadas originalmente para un mundo de fantasía. El Klingon Language Institute reúne a sus fans.
Su creador fue un sacerdote liberal español, Bonifacio Sotos Ochando, también gramático y lingüista, que se exilió por motivos políticos y que fue profesor de castellano de los hijos del rey Luis Felipe de Francia. Presentó el nuevo idioma en 1852, pero, por lo que sabemos, su número de hablantes, si los hubo, debió de ser bastante exiguo.
Todos hemos oído hablar del esperanto, inventado por el doctor Zamenhof con la esperanza de que la humanidad pudiera entenderse mejor a través de una lengua común. Pero existen muchos más idiomas artificiales de lo que se suele pensar. Unos, como el propio esperanto, se crearon a partir de los que ya existen. Otros, en cambio, como el klingon, no poseen ningún vínculo con los de carácter natural.Harry Potter, el niño mago originado por J. K. Rowling, tiene entre sus muchas habilidades la de hablar pársel, el lenguaje de las serpientes y de aquellos que pueden comunicarse con ellas. Pero Rowling no ideó ninguna regla o vocabulario para esa lengua; solo especificó en las novelas que suena como una especie de silbido. En las películas se recurrió, según la ocasión, a siseos o al idioma natural de turno pero pronunciado con sonidos sibilantes.
Se compone de palabras comunes a los principales idiomas europeos. Surgió en 1951 como creación de un equipo de lingüistas profesionales que trataban de ofrecer una versión moderna de latín, es decir, un instrumento para la comunicación en el Viejo Continente. Su utilización se ha limitado, básicamente, al campo de las publicaciones académicas.
No se trata de un idioma pensado para su utilización en el mundo real o en la ficción, sino de un original experimento que el neozelandés Andrew Smith dio a conocer en 1996. Smith imaginó cómo habría evolucionado el latín de la antigua Britania si hubiera conseguido imponerse, en un proceso parecido al que en la realidad siguieron lenguas romances como el francés, el italiano o el español.
J. R. R. Tolkien, para El Señor de los Anillos (1954), imaginó un universo propio y muy personal. Como, además de escritor, era filólogo, sintió la necesidad de inventar idiomas para muchos de sus personajes. El más conocido es el quenya, inspirado estéticamente en el latín y el finés, hablado por los Altos Elfos.
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