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Utilidad de las lenguas Artificiales

 En Francia y Alemania —y ahora en España— se han constituido asociaciones para proteger de la excesiva influencia del inglés la lengua patria. El francés, el alemán y el castellano son idiomas de gran peso, empleados por muchísimos millones de seres humanos, lo cual ha influido, sin duda, en que sus hablantes, al sentirse agraviados por la anglicanización, hayan decidido asociarse.

En los Estados europeos cuyos idiomas nacionales no tienen tan gran número de hablantes —Estados que hoy día se han anglicanizado, sobremanera— la defensa de tales idiomas se relaciona a veces con la defensa de una lingua franca universal neutral, no étnica. Se alega que una lengua de tal naturaleza es fácil de aprender porque carece de excepciones y, a consecuencia de ello, su gramática cabe en pocas páginas; además, iguala a los hablantes de todos los idiomas étnicos, ya que obliga a todos a estudiarlo. También se insiste en que el uso de un idioma artificial no impone la tradición cultural de un pueblo determinado a los demás.

La utilidad de una lengua artificial para la comunicación internacional ha sido reconocida también por algunos defensores de grandes lenguas, quienes, sin renunciar a la expansión de su idioma, no se desentienden de que en el mundo se hablan otros idiomas. Así, algunos de los defensores del francés aconsejan a sus compatriotas que, si se hallan en algún país en que no puedan usar de la lengua de Molière y no conocen la del dicho país, usen del esperanto —que es la lengua artificial más conocida—.

Además del esperanto, inventado por el polaco Zamenhof a finales del siglo XIX, el otro idioma artificial que se suele emplear es el que recibe el nombre de interlingua —cierto latín simplificado—, inventado a mediados del siglo XX por el IALA (International Auxiliary Language Association).

Esperanto e interlingua representan dos modos diferentes de entender cómo debe ser una lengua artificial: el esperanto expresa las relaciones gramaticales por medios morfológicos —y no sintácticos o semánticos—, de manera que cada clase de vocablos —sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios— tiene una terminación característica que la distingue de los vocablos de las demás clases. El interlingua, por su parte, más que un idioma totalmente artificial, es una lengua natural simplificada, cuyo vocabulario es el grecolatino común a las principales lenguas occidentales (lo cual la hace inmediatamente comprensible para los hablantes de las lenguas romances sin necesidad de estudio).

En esta materia hay que mencionar que siempre ha habido cierto conflicto entre los defensores de las diversas lenguas artificiales acerca de cuál es la más perfecta o la más neutral —y, por tanto, la más digna de convertirse en la verdadera lingua franca internacional—; bien que quizá la solución sería tratar de difundir no una sola, sino las dos, por manera que cada individuo pudiera escoger la que juzgara más fácil —habida consideración que, si ambas se difundieran mucho, cuando uno viajara a otro país, raro sería que no encontrara a gente que también hubiera aprendido la misma que él—.

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